"Cuanto más rápida es la transformación, mayor es el deseo de permanencia."

Este popular alegato escrito por el intelectual del s.XIX John Ruskin,  quizás sirva para explicar gran parte del suceso de interés internacional surgido durante estos últimos días, vengo a referirme del caso del Ecce Homo de la Parroquia de Borja en la provincia de Zaragoza.

Poco hay que contar ya de éste caso archiconocido por todos, tanto, que en sólo unos días, se ha declarado como fenómeno social por los medios de comunicación. Un día es trending topic en Twitter y al día siguiente, la imagen creada por la octogenaria feligresa que bien podría pertenecer al rostro de algún integrante del Aquelarre de Goya, se convierte en icono pop bajo el legendario epitafio de Sonic Youth de “Kill your Idols”.

Es curioso cómo se retroalimenta una noticia perfecta para tiempos de crisis. Pero para los profesionales, curiosos, sensibilizados o incluso entusiastas del patrimonio cultural, no es nada nuevo. Los que intentamos estar informados sobre este tipo de casos nos escandalizamos cada día.  Los reportes de atentados hacia los bienes culturales son incontables: yacimientos arqueológicos destruidos por parte de responsables de proyectos de urbanización e inmobiliaria, expolio artístico, delitos por fanatismo ideológico, la desidia frente al deterioro del legado documental, nefastas intervenciones debido a la intrusión profesional, y un largo etcétera de casos que, ya sea por rendimientos económicos o por falta de interés mediático, nunca llegan a ser siquiera polémica social.

Para finalizar e intentar dar una respuesta seria, congruente e imparcial, me apoyaré de esta frase rescatada del artículo El Atentado a La Imaginería Patrimonial Religiosa en las Últimas Décadas escrito por el doctor en historia Lorite Cruz (que por cierto recomiendo encarecidamente):

“se considera patrimonio todo aquello que sea asumido por la población como tal y por tanto esta misma sea capaz de querer conservar, porque le da valor.”

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